Estoy esperando que suene el jodido móvil y salga tu nombre
para no cogerlo y que el tiempo corra de mi parte.
O luchar contra las ganas de volver a escucharte,
esta noche tampoco me acordaré de tu nombre.
Voy a tratar de mantener esto en orden,
o dejaré la cajetilla sobre la mesilla de noche
pera recordarme que todo esto es real
y que está pasando.
Si todas las noches se vuelven eternas empezaré a dormir por el día
y a sobrevivir por la noche.
Escúchame.
Estoy llorando lágrimas invisibles
porque ya ni tu silencio expresa.
Para una vez que hago algo bien y acaba mal.
Si no me sabes querer, no vuelvas a llamar.
Y si no vienes conmigo pues que te vaya fatal.
Porque hay corazones vacíos llenos de rencor
y el mío te ofrecía más que cigarrillos a medias después del polvo.
Vamos, no me jodas con esa actitud fría
si te he escrito más poesías que todos esos poetas juntos a la luna.
No me jodas con tonterías, si te he visto mirarme y no querer compartir
conmigo la cocaína por no joderme la vida.
Y para qué querrías salvarme, si te vi confesarme
que te ponían las mujeres que se dejaban meter de su cintura.
Vamos a llevarnos al margen, que no quiero más líneas torcidas.
Que ya hay demasiados tachones.
Salgamos de esta cada uno por su camino.
Que ni tú puedes salvarme ni yo podría llegar a entenderte.
Llámame cuando te encuentres.
Yo estaré disponible.
Quizá más que perdida, intentaré no encontrarme en tus ojos esta vez.
La próxima.
Trenes perdidos en el mismo andén.
Cuidado con las miradas que engañan,
que luego te exigen olvidarlas y tú ya estás hasta las trancas,
hasta los huesos.
Y no existe una maldita droga que se compare con tus besos.
Conseguí borrar tu número, pero quién va a borrarme los recuerdos.
Si el próximo tren va a salir ya y yo sigo esperando al tuyo.
Porque todo lo que sube
baja,
y todo lo que empieza
termina.
Y termina en el principio.
Y allí estaré yo con la cicatriz en el pecho
y el corazón en las vías (del tren.)
Para que pases por encima y te sientas culpable de una maldita vez.
Que fui yo la que tiró el corazón
pero tú lo hiciste pedazos.
Todas las sábanas blancas se volvieron rojas.
Todos los relojes a las 00:21.
Y todas las drogas en mis venas.
He decidido que en el próximo tren salto (a las vías),
que si no son tus ojos los que vea cuando despierte
no quiero tener que ver unos que intenten calmarme.
Y si no es suficiente,
dejaré la estación y las miradas perdidas.
Volveré a las noches sin pastillas y a las mañanas del café con prisas.
Que si no vas a buscarme, haré el equipaje y emprenderé yo el viaje a mis adentros.
Pasarán los trenes y yo agacharé la mirada.
Quizá algún día pueda saludarlos sin subirme.
Pero de momento quiero olvidarme.
Otra vuelta de tuerca.