miércoles, 25 de febrero de 2015

La voz del silencio.

"¿Qué quieres ser de mayor?"

Nos pasamos la vida pensando en el futuro. Planificando los meses, los días e incluso los años. Creyendo que siempre hay tiempo, hasta que se acaba.
Hoy vengo a quejarme desde abajo. Desde la voz del pueblo que nadie oye, y desde el alumno dispuesto a aprender y no a memorizar.
Los niños estamos cansados de vuestro futuro. Queremos ser niños, no máquinas. Queremos preguntar: ¿y esto por qué es así? Queremos saber.
Queremos que mamá tenga un trabajo digno y no se pase la jornada limpiando el culo de otras personas y cobrando menos que Leticia.
Queremos que papá no se parta el espinazo mientras la "unión general de trabajadores" se sientan en su puesto para organizar manifestaciones que van a cobrar.
Queremos que los profesores nos enseñen a pensar, que nos ayuden a entender y que nos ayuden cuando no podemos más.
"Sois niños y sólo tenéis que preocuparos de estudiar" te dicen, mientras te martirizan con el futuro.
¿Y qué futuro? Nos habéis dejado con las manos vacías, vendidos ante un futuro negro. Condenados a salir de aquí y buscarnos la vida, sabiendo que tendremos que volver y arrodillarnos por un trabajo que no nos dejará respirar.
Queremos luchar, pero enhorabuena, les habéis lavado el cerebro con el fútbol. Les habéis metido el racismo en la cabeza "hay demasiado inmigrante quitándonos puestos de trabajo".
Y mientras el político vive de eso.
Queremos protestar, y nos mandáis callar. Manipulais con la prensa, y nos atontais con programas de mierda como "GH".
Pues aún sigue habiendo una minoría que no quiere tragar. Que quiere un cambio, y lo quiere ya. Que no estamos aquí para seguir al rebaño.
Volvemos al pasado, ¿no? 3+2, educación pública que se vuelve privada. ¿Volvemos a aquello de "estudia el que se lo puede permitir"? Y los demás a callar y apechugar con lo que toca. Lavándoles el cerebro con la religión, con un Dios que dice que hay que callar y perdonar. Callar porque es la voluntad de Dios, y Dios le da a cada persona lo que sabe que puede aguantar. Y una mierda.
Esta es la generación perdida, la que ha crecido con la nueva tecnología y os ha venido de puta madre para manipular.
Yo no soy la más indicada para quejarme cuando hablo de educación. Pero al menos comprendo. Y sé que en este pueblo, nadie ha hecho el mínimo esfuerzo por manifestarse ante algo que les está estrechando el camino. Ante algo que les está entorpeciendo.
Grito aquí porque alguien escucha. Siempre hay alguien.

No queremos ser el pueblo sometido.
Un país que ignora su historia, está condenado a repetirla.


¿Huelgas convocadas?
Nosotros gritamos siempre
no cuando lo organicen.
Despertad del trance
limpiad vuestro cerebro.
-somos el pueblo que quiere despertar de la resaca-.



lunes, 23 de febrero de 2015

Borradores.


I.

Qué te pasa - dice.
Y me remango la camisa
Como si no lo supiera
Aquí arderá Troya.

Le pido un beso,
un gesto
y me bajo las braguitas
Me mira a los ojos y me miente
a mí no me engaña.
Abro las piernas y dejo que entre
otra noche de pánico entre las sábanas
otra noche de tiritos;
de tiritas para el alma.

Suena la alarma y aún no he dormido nada
hago el café y me siento a esperar
(que todo haya pasado y llegue el funeral)

Qué me pasa - dice.
Cierro los ojos y espero despertar
de esta pesadilla que no acaba
tengo el revólver bajo la almohada
por si algún demonio me hace apretar el gatillo.
Bom.

Se acabó.                                               Fuera.



II.
(Desastres)

Mienten tus ojos
cuando me dicen "lo siento"
cuando prometo
que estoy tratando de salir de mis abismos.

Bajo la guardia un segundo
no me conoces
no me analices
te llevo horas mirando.

Te vas
y vuelves con más fuerza
yo ya me puse la coraza
¿tú dónde estás?

Hice principios
en el punto y final del cuento
de las veces que estuve en tu cuarto
y no me miraste a los ojos.

Ya no quiero verte
vuelvo al abismo
dejo escapar el humo
Vuelve cuando quieras - dijiste.

Saco otro cigarrillo
te odio.
te quiero.
(Eres un capullo).

Grito en silencio:
vete
quédate
Y ya no queda nada. Sólo el espacio.

Vuelvo a la cama
te quise y te fuiste
me fui y tú viniste
ninguno puso la alarma.

No me despiertes
si no es para follar
hay un par de cigarrillos en la mesilla
coge los billetes
y púdrete conmigo.



III.
(...)

Te he escrito un poema;
se llama: "la sudadera que me debes"
y habla de follar en portales
de mirarnos los miedos de frente
e ignorar nuestros ojos.
Lo he roto un millón de veces
y lo he quemado con el mechero sin gas
(no preguntes cómo)
Hace semanas que no nos vemos
y he vuelto a pasar por aquel bar
creí que hablaban de mí tus palabras tristes
por eso me enfadé aquella tarde.
Tampoco me sorprende.

Me queda una pastilla (solo)
y estoy muerta de pánico
- para o tendrás que gastarla -
me automedico lo que veo necesario.
Cojo otro cigarrillo
y tú ni siquiera estás mirando.
Quizá vuelva algún día
si es que alguna vez me marcho.

Te veo triste (- me dicen)
pues no me había fijado
¿tú crees?

No se acaba esta tortura
no se callan las voces
tendré que pegarme un tiro en las sienes
y escribir una carta de suicidio:
"perdón por el desorden"
y mis sesos esparcidos por las paredes.

Cogeré un revólver (porque suena poético)
quizá escriba sobre mí algún poeta muerto
pero me esperaba una muerte menos triste
siempre he querido morir de un orgasmo
o de un apocalipsis zombie.
Pero el caso es morir,
la desgracia es que no ocurra.

"Eres la peor cosa que me ha pasado en la vida" - me grita el espejo.
O yo a él. Otro lunes de mierda (triste)
otro día que no piso el cementerio.

Solía ser encantadora, pero perdió la fe en sí misma; es un monstruo, es una pérdida humana infecciosa, buena suerte tratando de salvarla.


miércoles, 18 de febrero de 2015

vis a vis.



Estuve allí aquella noche, cuando nadie había.
Cuando tus pupilas empezaron a hacerse grandes en la niebla.
Habría cambiado follarte por un beso. Cuando todo fue gris.
Se consume el cigarro en mi cenicero,
fui tuya desde que dijiste el primer te quiero. Y me callé.
No puedo cerrar estos ciclos. Sólo me siento y espero.
Y no sé qué hacer.
Te juro que lo he intentado, que busco razones cada vez que me levanto
que he intentado ser menos triste. No llorar cuando escucho tus canciones.
Todas las noches en mi cuarto, pensando que no es para tanto, que mañana todo estará bien.
Que he cerrado los ojos un millón de veces, por si apareces cuando me caigo.
He intentado levantarme, llamar y decir que te echo de menos, que ya no pienso en mis demonios.
Decirte que todo va bien. Volver a casa y preparar la comida, caer rendida sobre mis piernas, encender el cigarrillo y echarlo todo a arder. Tú siempre fuiste el débil. Y te grité mil cosas aquella noche. Luego pedí que te quedases. No fuiste sincero.
Y sé que ella está orgullosa de lo que eres. Que yo nunca fui suficiente.
Puede que simplemente no esté hecha para nadie.
Y echo de menos poner mi cabeza sobre tu pecho, escuchar tus latidos. 
Ser alguien entre tus brazos. 
Y quiero intentarlo.
Que tengo deudas con mis padres, con mi hermana. A los demás no os debo nada.
No dijiste que me fuera aquella tarde, yo dejé tus manos a la altura de mis piernas.
Enrollar el billete y no ser nadie.
(Devuélveme la vida que me quitas).
Perdóname, no quise traicionarme.
Qué mas da si todo se hunde, si al fin y al cabo estoy hecha de agujeros.
Me dejé el corazón, como pediste.Y tampoco sirvió de nada.
Me dejé los buenos modales en casa, para ser diferente entre tus sábanas (porque sé que te cansa la rutina y que te pida permiso para ir desnuda a la cocina).
Me dejé la poesía que escribí de tus lunares secándose en la cuerda de tender, junto a los corazones rotos que me pidieron ser rescatados.
Te he visto ser tú en la misma habitación donde fuimos.
Y no he vuelto a pensar en otros ojos.
Te echo de menos cuando pienso en mis heridas, porque al fin y al cabo tú entraste a removerlas, pero quédate.
No le contéis a mis hijos lo que fui yo entonces, porque no existirán, y yo viviré encerrada en cuatro paredes de rojo y pastillas para dormir que no lo hacen.
Soy todo el conjunto de tus miedos y los míos. Y cuesta convivir con ello.
Volví a escribirte otra poesía cuando rocé tu piel. Porque no quiero olvidarte y que todo sea efímero;
no esperes que me olvide de tus ojos.
Recuerdo mis tetas en tu boca y el olor de tu colonia. Esa canción de amor que nunca escribiste.
Soy más de escribirle a lo que pudo ser.
Y he tenido infinidad de noches como esta, pero cada vez las soporto menos.
Como el que da un suspiro y luego se olvida, pero no calma. Y vuelve con más fuerza.
Me está quemando el pecho de todas las cosas que me guardo.
Y un día te ves reflejado en el cristal de la ventana y el vaho te pide a gritos su nombre,
pero tú ya has estado llorando mientras la lluvia limpiaba las calles.
Así que coges al orgullo por los huevos, le pones maquillaje y te sientas frente al espejo.
No voy a morder al tiempo en este viaje, ni voy a parar los latidos de aquella noche que no existe.
Aquella noche cogí un taxi para ver las luces; hablo de Madrid y de noviembre. 
De acordarme de septiembre y dedicarte versos de heridas abiertas.
Hay sombras en mi habitación que guardan el silencio que comparto.
Yo quise dejar atrás mis miedos cuando aquel hijo de puta hizo contacto con mis ojos.
Y aún sigo creyendo que aquel ascensor al que nunca subimos debió presenciar nuestro sexo y nuestro odio de aquella noche que no existe.
No corras, cobarde.
¿A caso tengo cara de suicida que pretenda suicidarse?
¿O de que ningún puente esté enamorado de mí?
Tú nunca podrás entenderlo, y yo jamás tendré descanso.

No le busques sentido a lo trágico,
estoy fuera de toda vuestra mierda.