domingo, 28 de diciembre de 2014

Sueña conmigo.





Estoy tratando de mantener la calma desde que todas esas pistolas me apuntan en las sienes y no disparan. Joder, ¡no disparan! y las luces de la calle han dejado de existir en mi retina, todo se está quedando oscuro. Tengo la ansiedad atada al cuello, al estómago y a los temblores de mi cuerpo. Estoy tratando de mantener la calma, pero no disparan y qué se yo.
Me estoy acordando de tu pelo, de tu pequeña habitación oscura.
¿Por qué siempre está a oscuras y nunca en silencio? 
No puedo dejar de pensarte, tengo unas ganas horribles de follar contigo o de que me enseñes el camino hasta tu baño.
Me estoy ahogando de tanto llover por dentro, toda esta tormenta no me deja dormir y anoche estuve soñando contigo. Y qué tortura cuando me he despertado. Jódeme la vida, no te preocupes por mis cicatrices. Quédate conmigo ahora que todo arde, que nadie quiere las cenizas.
Has escrito un libro en mis ojeras, aunque no lo sepas. Aunque lleves todo esto al margen y nada te importe una mierda. Quiero gritar. Quiero disparar yo el arma y que se joda el espejo. A nadie le importa sus pedazos, lo he dicho innumerables veces. Nadie escuchó aquel portazo.

¡Quédate!                                                                                             (no permitas que me marche).

Me estoy torturando con tu niebla, con las ganas de volverte a ver. Creí haberte perdido en septiembre, pero volviste con polvo en la cartera, con la camisa de fuerza entre las pupilas y tus ganas de que volviera a desatarla. Escríbeme otro mensaje de tregua, que me tatuaste tu cruz a las espaldas. No creas que no te quiero, que te quise por lo que fuiste y no por lo que aparentabas.
Hablo de nombres en clave, de los lavabos con tu nombre, de escaparnos a Madrid. Conservo tus recuerdos en la sangre que vertí por el desagüe, y a nuestros hijos en las cartas que me tiraste. Cuando borracha te escribí mil mensajes. Te llamé capullo y cielo en una misma frase. Nuestro escondite siempre fueron tus cuatro paredes. No busques más donde no hay nada. ¿Cuándo vas a entender que mis ojeras llevan tu nombre?
Estoy harta de las caras. De las voces. Coger un libro de la estantería de tu cuarto y sentarme sobre tus sábanas. Con el culo cansado de estar sentada todo el día. Cansada de ver tanta gente y de que tu cajetilla de tabaco siempre esté abierta. De tu ropa por ahí tirada en un desorden delirante. Fúmate ese cigarrillo y vuelve a desnudarme.
Voy a gritar que me vuelves loca, literalmente. Voy a tocar las cuerdas de tu guitarra hasta que te sepas el número de veces que las rasgo hasta que me arranco a cantar tu canción “preferida”. Hasta que te enamores del pelo que se desliza por mis mejillas tapándome la desidia. Hasta que vuelvas a abrazarme por la espalda mientras te canto despacito que te quedes.

Escribir. Escribir. Beber cerveza. Follarnos. Llorar. Fumar. Drogarnos. Escribir. Besarte las heridas. Abrazarte la coraza. Hacerte el amor. Quererte toda mi puta vida.

No voy a hacerte promesas por el simple hecho de ver tu sonrisa, ¿recuerdas? Voy a mandarte a la mierda para que vuelvas conmigo. Voy a pedirte que te quedes mientras me largo. Voy a gritarle al mundo que no hay nada que no me guste de ti.
Voy a hacer de tu infierno la mejor cama, el mejor orgasmo y de mí tu mejor pesadilla. No tengo nada que perder más que tu paciencia conmigo. No te canses nunca, porque yo no lo hago. A la mierda el amor propio, ¿no ves que te echo en falta?

¿No ves que no te has ido y ya has hecho las maletas?

Dios, voy a volverme loca y no hay cielo hecho a mi medida. Déjame quedarme en tus infiernos. Déjame decirte que sigues teniendo mi nota de suicidio y aún no te ha hecho falta. Dime que no me quieres y que nunca he significado nada. No te rías.
Sé que todo esto no tiene sentido, y qué. Cuándo nada de lo que hago tiene el más mínimo sentido. Te quiero, más que a mi puta vida, dime qué sentido tiene eso. Voy a llorar aunque tú no lo quieras, aunque me pidas que no lo haga. Voy a quererte y a buscarte hasta que por fin admitas que te encanta, entonces me quedaré contigo hasta que el tiempo desgaste nuestra ruina. Voy a ser yo, sin fingir, lo prometo. Voy a salir de esta mierda y luego volveré para sacarte. Que te jodan si aún crees que miento y que no puedo. Y deja de reírte.


Vamos a ver una peli porno, que ya te echo de menos.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

«ojalá te hubieras quedado».



Anoche tampoco dormí una mierda,
supongo que no va a cambiar mi suerte nunca.
Hace tiempo que he dejado de sentir nada,
y todo empieza a deshacerse poco a poco.
Hoy es noche buena, o mala, o a secas.
Ayer me preguntaron si me pondría sexy; qué tonterías, como si no lo fuese ya. No sé qué me ocurre. Ya he dejado de escribir (como lo hacía antes), odio a cada una de las personas que me rodean porque ninguna se da cuenta de que me estoy hundiendo. Que llevo tiempo ahí abajo, pero supongo que es más sencillo saludar desde arriba, restregar bien toda la mierda y olvidarse de lo que había al final, porque al fin y al cabo no eres tú.
Y porque supongo que no me importa.
Quise que fueras feliz a mi lado, que te quedaras hasta que el tiempo decidiera que somos lo bastante patosos como para no saber sobrellevar todos nuestros desastres. Quise que fueras tú el que no se conformase con saludar desde arriba. Pensé que quizá tú bajarías conmigo. Pero resulta que tú estabas más abajo, fui yo la que bajo por ti y se acurrucó a tu lado.
Supongo que aprovechaste para subir por encima, colocarte en mi hueco, no lo sé. Me hiciste la de Teseo y ni siquiera conocerás su historia.
No le diste tiempo al tiempo, te lo quedaste y decidiste por los dos que todo saldría mal. Que yo jamás aguantaría a tu lado. Pero te equivocas. Sigo estando a tu lado aún que tú estés lejos. Sigo siendo yo la que se preocupa por ti. Y seré yo la que se quede a pies de tu cama cuando enfermes. Seré yo la que te lea poesía cuando todo sea gris. Cuando el mundo se olvide de tus ojos verdes, seré yo la que describa tus detalles cuándo no recuerdes cómo eras entonces. Y supongo que no te conozco.
He pasado todo este tiempo conociendo a una persona para finalmente darme cuenta de que no sé quién eres.
Y ojalá nunca tengas que arrepentirte. Espero que nunca tengas que decirte lo de "ojalá me hubiera quedado".
Bien, pues vete.

A veces creo que simplemente no estoy hecha para vivir. Que estoy desperdiciando oxígeno, que de tanto hacerlo sin parar me acostumbré a respirar y a derrochar el aire fresco. Y sólo unos pocos sabrán qué significa eso. Y otros pocos que no es mío.
Ni siquiera sé qué quiero estas navidades. Le pedí a mi hermana un cuaderno para escribir. Y tiene mi regalo sobre la cama de mi habitación. Sin envolver, en la bolsa. Ahí.
Pero no me apetece ni mirarlo. No me mal entendáis, quiero saber qué es. Quiero saber cuánto me conoce mi hermana. Pero no quiero fastidiarme la sorpresa. Yo, en cambio, no tengo ningún regalo para nadie. Y tengo todo el dinero ahorrado para ellos.
No sé qué mierdas me creo. No entiendo que hago aquí. Si por fin mi hermana me regala el cuaderno, no volveréis a verme por aquí. Supongo esto lo hacía para que me leyeras, y funcionó. Pero ahora ya no. Ahora soy yo la que necesita esconderse. Quiero que ahora sean ellos quiénes me busquen. Quiero poder ser yo a solas, y disfrutar mientras escribo en el folio. Que no sepas lo que te escribo, porque al fin y al cabo me lo escribo a mí.
Siempre he creído que el amor era un cuento, que no existe, que no era para mí eso de proteger a otra persona.
Ahora veo que lo que odiaba era vuestro prototipo de amor. Que no sois más que una panda de caprichosos.
Te juro que jamás te quise como quieren ellos, que yo te sobrevaloré. Que te vi y desde el primer momento quise que fuese tu cama la que recordase mi cuerpo. Que fuesen tus manos las que se aprendiesen las líneas de las mías, cada centímetro de mi piel. Que fuesen tus ojos los que no me viesen ninguna imperfección porque todas fuesen perfectas para ti.
Y tú estás jodidamente loco. No conozco las líneas de tus manos porque me perdí en tus ojos desde el primer instante, supongo que te diste cuenta. Pero sé dónde acariciarte en la espalda cuando follamos. Sé que te encantan los besos en el cuello, y que te respire cerca de la oreja. Ni siquiera lo entiendo, pero te he besado innumerables veces por detrás de la nunca. Te he abrazado por la espalda cuando desnudos me pedías que cerrase los ojos. Y me sé cada libro de tu estantería, tus frases favoritas de los libros. Lo que te hacían sentir sus historias. Sé que te cansas rápido, que te quejas de mil cosas en un segundo y que me odiabas cada vez que te recordaba la frase escrita en tu pared. La de aquel periódico viejo.
No te conozco, lo sé. No sé qué piensas cuando todo se apaga, cuando la noche entra a tu cuarto y tú sigues despierto.
No sé cuál es tu comida favorita, ni tu color. Ni siquiera recuerdo tu cumpleaños.
Pero sé que podrías haber sido feliz a mi lado. Que te den por culo, ¿vale? Sé que lo habrías sido. Y me da igual tu estúpida manía de querer manejar el tiempo. De querer todo bajo control aunque se te escape de las manos.
Vamos a cambiar de año, de número, de mes, de todo. Me pediste volver a empezar desde el principio. Tú reseteas la memoria en septiembre. Yo ahora quiero hacerlo en enero, quizá marzo.
Te seguiré esperando y lo sabes.
No os deseo feliz navidad a ninguno de los que os habéis parado a leer esto, pero gracias.
Espero que mi regalo sea el cuaderno.
Que no volvamos a vernos.
Y recuérdame siempre, porque yo no te olvido,

 tú no me olvides nunca.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Cada día más flacos.




"Como la luz de un sueño,
que no raya en el mundo pero existe,
así he vivido yo,
iluminado
esa parte de ti que no conoces,
la vida que has llevado junto a mis pensamientos.

Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto
cruzar la puerta sin decir que no,
pedirme un cenicero, curiosear los libros,
responder al deseo de mis labios
con tus labios de whisky,
seguir mis pasos hasta el dormitorio.
También hemos hablado en la cama, sin prisa, muchas tardes,
esta cama de amor que no conoces,
la misma que se queda
fría cuando te marchas.

Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo,
hicimos proyectos, paseamos
por todas las ciudades que te gustan,
recordamos canciones, elegimos renuncias,
aprendiendo los dos a convivir
entre la realidad y el pensamiento.

Espiada a la sombra de tu horario
o en la noche de un bar por mi sorpresa.

Así he vivido yo,
como la luz de un sueño
que no recuerdas cuando te despiertas".



- Quique González.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Disorder.





Hacía frío, del que se cala en los huesos y la sudadera te sirve para tapar el pecho y poco más. El cielo era tan gris que de un momento a otro esperaba ver dementores cerca. Lo cual hubiese sido una putada porque no me permiten hacer magia fuera de la escuela.
Era uno de esos días en los que no sabía si el tiempo se había puesto de acuerdo conmigo o había sido yo la que le había correspondido. Pero el viento despeinaba mi pelo y poco más podía hacer que dejarle.
Es increíble lo mucho que me recuerda a ti pasear por el pueblo, y lo poco que lo hicimos. A veces no sé si fuimos un error, o si ni siquiera fuimos. Porque sé que el tiempo existe, pero lo nuestro es relativo.
Hace tiempo que ya no te escribo, y empiezo a sentirme culpable porque eso significa que quizá estoy pasando página, y empezar otro folio en blanco sin recordar tus ojos es algo impensable.
Aún me duele recordar tus ojos, y recordarte a ti conmigo, o a ti con ella. Me duele todo y nada me importa. Pero empiezas a ser un recuerdo, cuando lo que yo quise fue tu cuerpo junto al mío.
Y echo de menos que siempre lo jodieses todo, porque contigo nunca se sabe. Porque igual te escribo poesía que simplemente me dejo llevar por mis recuerdos. Pienso en cosas que no han pasado nunca, pero que me habría gustado. Y es quizá eso lo que me está jodiendo de ti, que no supe manejarte. Alguien a quién le gusta tener todo bajo control, y es irónico cuando todo se me escapa de las manos. Nunca he sabido manejar una situación, pero analizo y espero hasta que incluso podría explicarte algo que ni si quiera he hecho, por el simple hecho de que habría observado cada detalle de tus gestos. Los describiría y podría escribir lo que sentiste en aquel viaje en autobús hacía su boca cada viernes.
Y a mí, ¿quién me analiza? ¿por qué no soy capaz de auto analizarme? ¿quizá tengo miedo de todo lo que pueda encontrarme, o de que realmente no me encuentre con nada?
Deberías saber que prefiero esperar a que amaine la tormenta a salir en medio de ella y ponerme a salvo. Aunque la tormenta sea yo y no amaine nunca.
Odio el tabaco, pero me encanta expulsar el humo, odio el olor que deja en mis manos y su sabor me es indiferente. Sólo sé que ahora me recuerdan a tus besos, y cada cigarrillo mata por dos.
Aquel día era gris, sí. Pero nada comparado con el verde de tus ojos, con las manchas de los míos. Con los sueños rotos que hoy nos cortan y nos hacen herida.
Nada de esto habría pasado si yo no hubiese elegido el camino de las drogas. Si jamás hubiese mencionado aquel porro, del que tú intentaste aprovecharte.
De verás no tengo ni idea de lo que escribo, sólo sé que llevo tanto tiempo sin dormir que creo estar en un sueño continuo. La cabeza me da vueltas porque los ojos me pesan, pero debo mantener bajo control todo este desorden. Así que no importa. Mañana será otro día, y será un día menos.
Follaremos como si nunca nos hubiésemos conocido, pero te dejaré esta vez una nota en la que no te sientas atrapado. Dejaré a un lado lo de quererte, porque ni si quiera yo me lo creo. Y hay miedos que son mejor no superarlos. Tu libertad está limitando la mía, y necesito un café a las siete de la mañana si no quieres que me pase el día de morros.
Me dijeron que cualquier chico podría escribir poesía sobre mí, pero aún nadie lo ha hecho. No oigo más que lamentos que no llevan a ninguna parte.
No me gusta relacionarme, el contacto me hace daño. No bromeo, todo me parece absurdo, y ni si quiera me interesa lo más mínimo eso que me estás contando. Mantengo un diálogo conmigo misma cada vez que tus labios empiezan a emitir sonido. Luego asentiré y sonreiré como si lo hubiese entendido y te conformarás con eso; por eso nunca he contado un secreto. Por eso nunca me acuerdo de los nombres.
Por eso me parecéis tan simples y conformes, porque todo se basa en vosotros mismos. Porque os pasáis la vida buscando algo que no existe. Y es triste. El ignorante vive feliz, pero no vive realmente. El que se interesa por conocer se lleva decepciones. Luego estoy yo que intento ser todo lo ignorante que puedo. Que no le veo sentido a nada, y me parece una auténtica putada que no me hayan preguntado si quería existir. Quizá en otra época; ahora todo es una mierda y el día gris me recuerda que no es el día, sino las noches lo que me atormentan. La tormenta que no amaina y todos los besos que no pude darte.
Si algún día escribes sobre mí, intenta dejar a un lado la inestabilidad y toda la oscuridad que desprendo. Céntrate en mis ojos tristes y en todas las manías que tengo. Describe mi pelo y compáralo con algo bonito. Que no se te olviden mis mejillas y las veces que bailo rock and roll en la ducha.
Qué difícil se me está haciendo dejarte ir, ahora solo quiero silencio.