domingo, 21 de febrero de 2016

zorra


Cierro los ojos y dejo un espacio insignificante que me deja ver una imagen poco nítida. Borrosa, como dirían los mediocres.
Te veo ahí, observándome con esos ojos que ya casi ni recuerdo. Con esa mirada que me gritaba "estás loca" y luego se acercaba para besarme.
Agito la cabeza y tarareo una canción. Quién sabe, quizá de Slipknot. O quizá mi subconsciente me esté pidiendo a gritos que te cante One.
Es entonces cuando empiezo a no ver nada. Todo se ha vuelto negro y mis manos acarician tu rostro. Sé que sonríes. Preguntas qué estoy haciendo. Y yo respondo "quiero hacer un mapa táctil de ti por si alguna vez me quedo ciega".
Entonces, luz. Tus ojos vuelven a juzgarme y mis piernas siguen sobre tu regazo.
Ahora te toca besarme.
Pero en cambio, una ráfaga de aire frío roza mis agrietados labios. Alzo la mirada hacía el palacio, que roza el cielo donde unos cuántos pájaros en formación intentan ir hacía alguna parte.

Oscuridad.
Ahora estás fumando un cigarrillo. Tus labios sujetan el filtro y tus pómulos se marcan dejando escapar el humo por la nariz.
Te robo el tabaco y saco un papelillo. Respondo con una mirada de desprecio a las palabras que pronuncias y antes de darte cuenta ya te estoy pidiendo el mechero. Chúpate esa, capullo.

Confío en ti.
Y sus manos agarran mi torso. Lo sé, quizá debería estar menos loca. Y me grita "la próxima vez que vayas a hacer algo así avísame, joder". Le estoy volviendo loco y yo me muerdo el labio; "gracias por cogerme".

Cierro los ojos. Ahora en serio, con la esperanza de que al abrirlos estén allí sus ojos negros. Pero nada.
En cambio, un montón de bruma y mil mensajes sin destino que se pudren en mis manos.
Cómo es posible que un día sea suficiente y al mismo tiempo nada.
Así que, muerdo mis ganas y le pongo un bozal a mis delirios. Yo no he perdido la cordura, porque para perder algo, primero hay que tenerlo.
Aprieto los dientes y sonrío con gran esfuerzo.

Tú no sabes lo que te has perdido,
pero vas a saberlo.