lunes, 20 de julio de 2015

tic-tac, tic-tac..



No me arrepiento del tiempo.
Del tiempo que estuve a solas conmigo porque todo a mi al rededor se volvió oscuro. De las veces que la muerte llamaba a mi puerta vestida de suicidio y yo le decía que no, que hoy no, quizá mañana.
Las veces que escribí auxilio entre líneas que nadie nunca leyó. Yo siempre fui la chica triste que se escondía bajo una sonrisa rota por los golpes. Y nunca se quejaba de su miseria por si ésta la oía y volvía a hacer de las suyas. Siempre hay un piso más en el sótano de mi desgracia. Un pozo sin fondo, como a veces le llamaba sentada en la barra, cuando irónicamente mi copa se vaciaba y tocaba fondo en seguida.
No me arrepiento si digo que no voy a echar de menos. Que no dejo nada atrás que merezca la pena. Y se reían de mí cuando iba soltando lastre - no te rías tanto que tú para mí eres mierda, un mediocre - y creían que era rara por hablar conmigo e ignorar al resto.
No es un martirio ser distinto. A veces hablo demasiado conmigo y todo empieza a dar tumbos, y se viene todo abajo. Como si todo mi camino hubiera sido en balde y tuviese que dar pasos hacía atrás. Un castillo de naipes.
Miento si digo que he sido feliz todo este tiempo. Que llevo tanto tiempo perdida que esquivar al minotauro me parece facilísimo en este laberinto en el que vivo. Ya no me sorprenden las despedidas a destiempo. Las espero y las encajo lo mejor que puedo.
Que no se note que se me resquebraja el alma un poco en cada adiós que nunca trajo consigo un hola, pero que yo sí escuché. Quizá debo ser menos analítica y vosotros menos hijos de puta.
Es probable que exagere mis heridas y vaya como un perro abandonado buscando algo de cariño en las esquinas. Pero recuerda que una vez lo consigo, volveré a por más... quizá a veces demasiado perra. Quizá otras demasiado gata.
Sólo quiero que me des lo que te pido y lárgate, no te he pedido que me abraces. Pero quédate.
Siempre he tenido muy presente quién soy y de dónde vengo. Pero quizá ya no lo recuerdo. Yo no culpo a nadie, pero yo no he sido. Yo también busco explicación a mis malas acciones. Yo también sé lo que puede picar la tocha y lo que es no dormir hasta las tantas. Hasta los tontos saben que no pueden acercarse. Porque muerdo y todo eso.
Voy a pedir permiso para marcharme de tu vida pero dime antes en qué parte me encuentro.
Tú que te haces llamar amigo. ¿Dónde estás cuándo eres feliz y yo te necesito? ¿Dónde estoy cuando no debo? ¿Dónde se quedaron las noches compartidas más allá de los canutos?
Y ahora que te has quitado la máscara y puedo ver más allá de lo que aparentaba ser. Quiero decirte que, gracias y adiós.
Voy a pedir un deseo y sólo quiero que la gente que no me quiere, se aparte de mi camino. Que si yo quiero joderme la vida, seré yo mi verduga.
Ahora quiero estar sola intencionadamente. Ciega adrede, como en otras ocasiones.
Despídete de mí. Conmigo nunca es demasiado tarde. Quizá demasiado pronto.
Lo sé, lo siento.
Me han cambiado el sentido las agujas. O de sentido.
Tú qué andas mirando, no lo entiendes.
Despídete de mí, se me hace tarde.

💉🔫💣




Vueltas y más vueltas, después de esta me abandonaré a la deriva. Como si de un naufragio se tratase. La verdad, no veo la diferencia.
Después de los gorriones grises, y dejar a un lado el negro. Los cuervos me parecen un ser precioso y digno. Y me cansan las idas y venidas. Y me he enamorado de tu culo. Quizá tú no lo sepas pero me he mordido el labio innumerables veces cuando te dabas la vuelta y luego venías a seguir haciéndolo tú.
¿Qué problema hay en enamorarse de situaciones, lugares u olores? No te quiero a ti, te quiero a ti conmigo y follarnos hasta hacernos daño. No hacernos daño y después ni siquiera follarnos. Ni vernos.
Qué problema tenéis con mis intenciones. Que no soy yo quién ata la cuerda para volver a verte. No soy yo la que pide que te quedes. Así que, bien, puedes largarte. Mejor así, antes de tener más recuerdos y enamorarme de los que aún no existen, pero en mi cabeza sí.
Mejor así que tú estás lejos y yo sigo sin encontrarme.
Mejor así, que sigo muerta... antes de que me des vida y tenga que suicidarme.

sábado, 18 de julio de 2015

Cruce de miradas.

A veces la vida, esa zorra hija de puta, te pone el camino delante de las narices y resulta que tú ya te has cogido el metro. Será que estoy aprendiendo.
Y la plaza está llena de nadie. Y entre ese nada ella alza la mirada y se cruza con la de un chico que lleva ya su "a saber cuántas" cerveza. Ella le sonríe y él agacha la mirada y se va.
De ahí habría salido una bonita historia de amor, digo yo.
No os culpo de esta inconformidad mía. De querer dormir a todas horas y hacerlo 3 horas ¡por fin! y otra vez toda la maldita tarde con un sueño de mil demonios. No encuentro mi almohada, no me sirve tu hombro.
Ponte mis complejos de cinturón y a ver si toda esta mierda sirve para algo.
Sábado en la plaza donde cuatro niños me ganaron al fútbol y yo todavía con los bolsillos llenos de barrio.

sábado, 11 de julio de 2015

«Cartas para M».






Lo siento.
Quizá debí curar la herida antes de dejarte entrar dentro. Y te culpé a ti de mis noches sin dormir, de mis manías y mis malas formas. Te di demasiada responsabilidad en un momento. En uno especialmente jodido para mí.
Quise que fueras mi guardián entre el centeno. Te dejé la llave, a sabiendas de que no querías entrar dentro. Y casi te obligué a ello. Casi creía que era culpa tuya, y no mía.
Pero, en mi defensa diré, que jamás había querido de ese modo. Habría ofrecido mi vida a cambio de una sonrisa sincera tuya. Y no esa tonta manía de torcerla y de agachar la mirada como un niño.
Fui bastante inmadura, y quizá debí largarme antes de que, inconscientemente, quedase atrapada dentro y te arrastrase a ti conmigo a este absurdo infierno que había creado para los dos.
Perdóname porque no era yo. Era mi corazón roto buscando alivio. Fui egoísta y muy poco sincera...
Siento haberte hecho creer que yo podría haber sido la madre de tus hijos, y todo ese rollo de sacarte de la mierda.
He estado perdida demasiado tiempo, y no era en tus ojos verdes donde yo debía encontrarme. Ni siquiera debí buscarme en ellos. Tengo tan poco amor propio que necesitaba, de veras, estar allí dentro. Que me abrazaras sin usar las cadenas.
He llorado tantas veces bajo el recuerdo de tus besos sin amor, que regué mi soledad y alimente al insomnio. Le di el poder a mis demonios, en el infierno que había creado para ambos y en el que sólo estaba yo.
No quiero que me odies, porque ni siquiera yo lo hago.Olvídate de mí como si nunca hubiese aparecido en tu vida de mierda. No te salvé, no te metí. Yo no pinté nada en el lienzo de tu espalda, salvo el pasar de mis dedos y las caricias que te di bajo las sábanas.
Fuimos demasiado cobardes, y yo, maniatada y sin saber a dónde ir; te pido disculpas.
Prometo no volver a nombrarte nunca.
Salir de tu vida para siempre, dejarte ser... con aquella que, al parecer, consigue hacerte feliz con mi nombre.
Reconóceme el esfuerzo y respeta este silencio nuestro. Este adiós definitivo.

Espero que te vaya bien allá donde vayas y recuerda que, aún con el corazón herido entre las manos, te di esa paz y te liberé del peso de mis diablos.

Con cariño, y hasta nunca Carras(co).

Laura.



martes, 7 de julio de 2015

High.



Suben los latidos, bajan los reflejos. Podría estar hablando de amor, pero no es el caso. Dolores de cabeza. Temblores en verano. Sueños irrumpidos, cállate, tú no sabes nada de sufrir.
Suspiras, y ese era tu último aliento. Las cartas se han volado, y sobre la mesa tus miserias esparcidas.
Esta sí, esta no, éxtasis, ya se hizo tarde.
Abrígame cuando el frío se cale, no necesito que me abraces, sólo dime bajito que me quieres. Dame besitos en las ingles, dame bocados en el culo.
Tatúate a fuego mis iniciales, en la espalda. En las veces que agarro tu pelo cuando me lo sirves, en bandeja, entre mis piernas.
Como si supieras que jamás ya volverás a verme.
Ahora me apetece una cerveza, dios, y follarte como nunca.
Si todos esos mortales supieran de lo que hablo, jamás volverían a reír. Jamás volverían a sentir. Y todo su infierno es ser el raro cuando vas a la moda.Cállate, me pones enferma.
Me pones los complejos sobre la mesa y me tumbas encima. Me pones, a secas.
Puede que esto se me haya subido a la cabeza, pero después de la subida viene la bajada, y, adivina que: tú no estás para agarrarme.
Bajar despacio.
Sola en mis infiernos, como siempre. Como si fuese domingo cada viernes. Cada sábado en el garito de siempre, no quiero más cerveza. Quiero volver a casa y enterrarme bajo mis libros. Vosotros sí que me entendéis. Y no habláis, y no dais asco.

Finales.



Resquebrajada.
Mi alma, como los cristales rotos.
Como las veces que te pensé:
«Cierra la coraza, que hace frío».
Y sólo alcancé a sonreírte entre la niebla, helada, con la mirada perdida, queriendo encontrarse en unos ojos que nunca cedieron, y dieron un vuelco a su mundo, y sin embargo, sólo sonreí.
Con el cuchillo aún clavado en el pecho, y las heridas aún abiertas. Aún con la sangre entre los dedos, goteando. Metafóricamente, como siempre.
Pero joder, dolía y era real.

Después la vida quiso sonreír, con su media sonrisa, torcida. Tampoco se le puede pedir mucho a la tristeza.
Anda, mira, pero si no te conozco y ya sé que todo va a ser un desastre, ¿dónde firmo?
Tiré la moneda, lo juro, pero cayó de canto. Creo que eres tú.
¿Y si todo esto es una señal?
No pienso volver a tirar mi vida por la borda. No me subiré a este viaje esta vez. Soy más de subirme al tren y bajarme en la misma parada de siempre, en la que nunca hay nadie y el reloj siempre marca las 00:00.
A quién pretendo engañar, nadie vendrá a buscarme.

Estoy poniendo los puntos finales, al principio. Por todo eso del dolor, y joder, de las sonrisas a medias.

No quiero pasar otro año para desconocerte.