sábado, 21 de mayo de 2016

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Amanece turbia, mi cabeza.
Cansada de pensar y de autodestruirse. Los ojos me pican y me lloran, por instinto. Quizá queriendo limpiar algo que va por dentro.
Amanece demasiado temprano, y yo sin mi café. Las calles ya están despiertas, los pájaros llevan cantando desde las cinco de la mañana. Y mi silencio con ellos.
Huele a verano.
Mi cabeza grita.
Cierro los ojos y me imagino cosas extrañas. Cosas que perturban mi muy necesitado sueño. Nada. No hay manera.
Los pañuelos manchados de sangre. Quizá me esté llegando la hora. Los pájaros siguen cantando, retumbando en mi cabeza. Mientras los miedos llaman a mi puerta. Arañando las paredes.

¿Sales a jugar?

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