domingo, 18 de junio de 2017

mad





No dejan de acusarme dedos que no conocen nada de mí, y hasta entonces me valía como excusa para no escucharles. 
Ahora me he cansado de callarme, como si una puta tuviese que hacerlo por su condición de serlo. Cállate, anda. Respira hondo porque va directa a tu costado. Relájate. Siente el dolor, saborea el sudor que gotea desde tu frente. Interioriza ese temblor y acuérdate de mí. 
¿Sabes? Ya no temo que me olviden. Soy yo la que se larga. Ah, pero no te preocupes, sé con quién y cuándo quedarme. No es una coraza, ya no. Es que me he cansado de soportar a cobardes que se creen dioses. Y joder, sentí lastima por ti cuando descubrí tu bajo vientre, te lo juro. Menuda putada. 
Estoy bien, en serio. Sonrío con esa cara de hija de puta que se me pone a veces. Siento cierta atracción por lo macabro, al margen siempre de la locura que me envuelve y a veces me hace encontrarme en situaciones en las que jamás querrías verte. Cierto, me centro, pero a veces se me va la pinza. 
No es que no quiera saber nada de nadie; es que todo me parece un maldito coñazo. 
Estoy a mi aire pero me carga saber que lo comparto con gente tan estupida. ¡Ah, se me olvidaba!
A veces no tengo razón, pero que vengas tú a quitármela con esos aires de superioridad me come el coño de arriba a abajo. Y a veces, a parte de dar mi brazo a torcer, también me apetece chillar y pegarte un puñetazo en la boca del estómago; pero por suerte o por desgracia aún conservo un poquito de civismo. Pero solo por eso, tu humanidad deja mucho que desear.
Sin embargo soy fiel a mis principios y por eso te salvas - os -.

Pero qué vais a saber, anda.. me río yo de vuestros demonios - sobre todo de aquellos que aún no los conocen - tranquilos, algún día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario